Hallazgo e identificación del Monasterio
En relación al citado lugar, Vallejo del Obispo, distante casi dos kilómetros de la ciudad romana, las excavaciones han puesto al descubierto la Planta de un gran edificio de 50x45 m., que los estudiosos, dadas las características de sus diversas dependencias, no han dudado en identificar corno un monasterio.
En lo que hasta ahora se ha descubierto se pueden distinguir tres partes: una gran estructura rectangular ubicada al noreste del edificio y que habría sido utilizada como oratorio; otra amplia dependencia pudiera ser la cilla o el comedor; y por último, una serie de recintos de 3x3 m, que corresponderían a las celdas monacales. Queda aún mucho por excavar, donde se podría encontrar, por ejemplo, el local destinado a biblioteca donde se guardarían los numerosos códices de que habla San Ildefonso.
Conclusión
Los argumentos en pro de esta identificación vienen recogidos por Rafael Barroso Cabrera y Jorge Morín de Pablos en un documentado estudio publicado en la revista Hispania Sacra (XLVIII, 1996, 149-196). La prueba principal la encuentran en el citado escrito de Eutropio, abad sucesor de San Donato, dirigido “ad Petrum papam”, el mismo personaje que san Isidoro de Sevilla llama “Petrum episcopum ircavicensem”, es decir, Pedro obispo de Ercávica, que es una respuesta a la queja que le habían hecho llegar sus monjes. En efecto, las medidas disciplinarias, acaso un poco duras contra algunos miembros de la comunidad por ciertas inobservancias, les habían llevado a quejarse ante el obispo. Eutropio se dirige a éste para justificar su actuación.
Basten sólo estos pasajes del escrito:
“Batísimo Padre, os escribimos estas cosas para que sepáis que no actuamos sin razón, sino que hacemos aquello que está establecido santa y regularmente según la costumbre de este monasterio”, puesto que “es preciso conservar la discreción y la institución de la santa regla, para que aquellas cosas que fueron establecidas por los Padres, sus sucesores e hijos las guarden y observen íntegras”.
Pues bien, el hecho de tener que explicarse ante el obispo de Ercávica no puede indicar otra cosa sino que el monasterio del abad Eutropio estaba dentro de los límites de la diócesis del obispo Pedro, a cuya autoridad estaba sometida la comunidad monástica, de acuerdo con las normas jurídicas de la época. Que las ruinas encontradas en el lugar llamado Vallejo del Obispo sean precisamente las del Monasterio Servitano viene a confirmarlo la existencia de la “cripta”, citada por Ildefonso, excavada en la gran roca existente a la vera de la ciudad; allí iban a permanecer durante tres siglos los restos del fundador del monasterio.
Todo encaja perfectamente: muerto el abad Donato con fama de santo sus restos fueron depositados en la citada “cripta”, que a partir de entonces se convirtió en centro de culto y veneración para los habitantes de la región, muchos de los cuales se hacían enterrar junto a él. Las hoy vacías, cripta del Santo y las 51 sepulturas de sus devotos en la roca, las numerosas inscripciones y los símbolos grabados en ella son otros tantos testimonios del culto que se le tributó desde el primer momento. Antes que San Ildefonso, Juan de Bíclaro había escrito sobre Donato: “Donatus, Abbas monasterii servitani, mirabilium operator habetur”.
En conclusión: los datos aportados por las modernas excavaciones y estudios arqueológicos, en perfecta sintonía con los textos de San Isidoro, Juan de Bíclaro, san Ildefonso y, sobre todo, del abad Eutropio no permiten abrigar ya duda alguna sobre la identificación y localización del Monasterio Servitano en la Provincia de Cuenca y más concretamente en los aledaños de la antigua ciudad de Ercávica.
Teófilo Viñas Román.